martes, 10 de febrero de 2009

Entrevista a Diego Gracia

Diego Gracia, ayer, en Vitoria. / BLANCA CASTILLO

Con la intención de crear un comité de ética en el ámbito de los servicios sociales en el horizonte, la Diputación alavesa organizó ayer una jornada de debate que acercó hasta Vitoria a Diego Gracia Guillén (Madrid, 1941), la gran referencia mundial en el campo de la bioética. El también catedrático de Medicina de la Universidad Complutense defiende que «la reflexión ética tiene que discurrir en paralelo a la técnica», e insiste en que los límites de la ética no los puede poner un solo individuo. «Para eso sirve el Derecho».
-¿Qué es la bioética?
-El término surgió en 1970, en respuesta a la velocidad con que empezaron a avanzar las ciencias biomédicas. Y es que si las ciencias de la vida caminan a un ritmo y la reflexión sobre cómo gestionarlas no lo hace al mismo, el resultado puede terminar siendo fatal para la sociedad. No todo lo que es técnicamente posible es éticamente correcto.
-En el ámbito de los servicios sociales, ¿cuáles han de ser las funciones de un comité de ética?
-Un comité de ética siempre tiene las mismas funciones porque en todo medio -el sociosanitario, el de Intervención Social o el puramente sanitario- hay valores implicados. Y se dan conflictos de valores. Por eso, su función es la de resolver esos conflictos del mejor modo posible.
-El hecho de que dependa de una institución, ¿puede mermar su independencia?
-En absoluto. Históricamente, el gran colchón asistencial ha sido la familia. Ahora, a raíz de los cambios en el modelo familiar, esa capacidad ha disminuido, así que las redes sociales son necesarias para ocupar ese vacío.
-¿Las decisiones que adopta un comité de ética son recomendaciones o tienen validez jurídica?
-Los comités no deciden nada. Las decisiones las deben tomar las personas responsables. El comité simplemente recomienda.
-Su creación, que ya es un hecho en la Intervención Social de Guipúzcoa y de Vizcaya, ¿parte de una necesidad sentida por los profesionales o por los usuarios?
-En el ámbito sanitario, ha partido, generalmente, de los profesionales, pero se va abriendo cada vez más.
-En poco tiempo, se ha pasado de ejercer un paternalismo ilustrado -todo por el paciente, pero sin el paciente- a tener que lidiar con el paciente impaciente. ¿De qué manera influye esto en la bioética?
-Cada vez se promociona más la autonomía de las personas, de tal manera que las personas cada vez quieren participar más en la toma de decisiones que a ellos les toca. Los servicios sociales han sido siempre muy paternalistas y esto es algo que se debe erradicar con personas capaces, autosuficientes. No se puede tratar a mayores de edad o a personas autónomas como si fueran menores. Lo primero que tienen que hacer la Intervención Social y la Medicina es promover la autonomía.
-Aun así, lo que para una persona es ético, para otra puede no serlo. ¿Dónde está el límite? ¿Quién establece las pautas?
-Los valores son lo más preciado de todo ser humano. Todo el mundo quiere que se respeten los suyos y, en principio, todos son respetables porque los valores son la base de la toma de decisiones morales. Pero sí, lo que a uno le parece bueno a otro le puede parecer malo. ¿Qué hay que hacer entonces? Respetar. ¿Que hay límites? Claro.
-¿Y cuáles son?
-No los puede poner un solo individuo. Para eso sirve el Derecho, para poner límites al ejercicio autónomo de la vida de acuerdo con los valores que cada uno tiene. Lo que es un grave error es confundir Derecho y Ética. La función de la ética no es mirar el BOE, ver lo que dice y aplicarlo. La ética tiene que ver con la gestión óptima de valores. Cómo hacer que la gente pueda llegar lo mejor posible a la plenitud, a vivir bien, a la felicidad, etc. Ésa es su función.
-Ya, pero insisto, cada uno es libre de interpretarla a su manera.
-Cuando el consenso no es común, como es el caso del aborto, las leyes, si están hechas democráticamente, deben reforzar los valores de la mayoría. Y las minorías, si consideran que esas leyes atentan contra sus valores, se pueden acoger a la objeción de conciencia.
Vía EL CORREO DIGITAL (Aquí)

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